Muchos gatos beben menos agua de la que su organismo necesita, especialmente aquellos que consumen únicamente alimento seco. Esta falta de hidratación puede causar que la orina se concentre demasiado, lo que favorece la formación de cristales o cálculos urinarios. Según veterinarios, estos cristales pueden acumularse y provocar desde dolor al orinar hasta bloqueos en la uretra o daño renal, situaciones que requieren atención médica urgente.

Además, la deshidratación crónica puede afectar el funcionamiento del hígado y los riñones, reduciendo la capacidad del cuerpo para eliminar toxinas. La buena noticia es que fomentar el consumo de agua fresca -por ejemplo, mediante fuentes que mantengan el flujo constante- ayuda a prevenir estos problemas y mejora la salud general del sistema urinario y renal. Un gato bien hidratado no solo está más sano, sino también más activo y feliz.